Apresuradamente recogió libros, apuntes y demás cachivaches escolares después del sonido de la campana-
Sacudió los borradores, partió la tiza contra el metal de la pizarra; guardó los diminutos trozos de tiza en los bolsillos de la falda y se restregó las manos en ella.
Miró sus zapatos, ahora empolvados del blanco polvo de la tiza que cayó de los borradores. Pensó en sacudirlos para que quedaran limpios, relucientes, alegres; pero tenía prisa y demás preocupaciones.
En las últimas semanas no había visto a Cherut, y si salía temprano quizás aún no habría salido del a biblioteca. Demasiados exámenes, trabajos, enfados y agobios le habían alejado de su vida durante un tiempo.
Asomó su brazo por la puerta, pocos segundos más tarde la cabeza con su sonrisa pícara. Se acercó a Cherut con los pasos mas silenciosos posibles.
-¿Me echabas de menos?- dijo tapándole los ojos con las manos.
-Supongo- mintió un poco, luego rió-¿puedes pasar este paño por encima del globo terráqueo?
-Claro, supongo- dijo recelosa entre refunfuñes.
Cerró los ojos, movió la bola para provocar su giro, repitió el movimiento y lo paró con el índice señalando algún lugar.
-Oye Cherut, ¿tu me llevarías a París... a Tokio... a Ruanda?
-Cuando tenga tiempo- cayó en seco- bueno, algún día cuando pueda casarme contigo.
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