Sin embargo, no sería un gran día.
Con el alma más en su destino final que en el mundo de los vivos.
Yo le amo, ¿él me ama?
Intento que el dolor disminuya, que no se convierta en ira. Sueño con ir a Francia, ir a Francia de tu mano o de tu aire que me mueva. Se me llenan los ojos de ojeras, rompo mis lágrimas de cristal. Las piso y me sangran los pies, ¿qué más da? Me río fuertemente.
Amo mi locura. Amo gritar, correr por el pasillo, el parque, por el rellano y reírme hasta que me salen agujeta. Amo mi locura, ¿por qué la iba a cambiar por la tristeza?
He aprendido muchas cosas, he aprendido a palpar el color de mi sonrisa, a que la vida se disfruta más con fruta y azúcar, a correr de tu mano en medio de la carretera y al caerme sentir que eso era la mayor sensación de libertad, a mostrar mi sensibilidad sin ningún tabú y que eso fuera suficiente para no preguntarte si esto es amor.
El fruncido de tus cejas, tu sonrisa, la forma en la que se te dilatan las fosas nasales, la forma de tu rostro e inexplicables cosas que sólo yo entiendo. Pedirte sonreír más, sentirte más, besarte más, cuidarte más, escucharte más.
No puedo decir si tengo facultades o no para escribir, para hacer sentir; si lo hice bien o lo hice mal. Sé que mi alma se mueve a ritmo de jazz.
Con C, de libertad.