Mis niños

El amor se riega todos los días

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En el nirvana, El séptimo cielo, Heard & McDonald Islands
RÍE. LLORA. AMA. VIVE. Republicana, progresista y romántica por excelencia. Fuerte sentimiento de la justicia. Divino desastre pálido y frío. Creo en el destino, en la educación al pueblo y en el cambio. "Sapere aude."

miércoles, 16 de marzo de 2011

Verano y conejos blancos.

El canto de los pájaros despertó a la linda Georgina liada entre sábanas.
Cerraba y abría los ojos de vez en cuando, pero el agobiante calor le impedía quedarse un rato más. Se dirigió hasta el baño y se lavó la cara con el agua del río que guardó en un cántaro la noche anterior.
Se vistió con sus calzonas vaqueras y la larga camisa roja de su padre. Olía tanto a él, su colonia nueva, tan fresca y viril. En realidad a Georgina le apasionaba su padre, aunque fuera muy en secretito.

Bajó las escaleras de mármol; cogió dos fresones de la mesita de la entrada.
-Hoy hace buen día. Por lo tanto, supongo, que dejarás de estudiar- dijo su padre mientras se llevaba tragos de café.- ¿Quieres que bajemos al pueblo?
-No papá- le respondió. Se llevó a su boca uno fresón entero.- Iré al riachuelo, al árbol, al campo me gusta mucho; si quieres y puedo me llevaré la comida y regresaré por la noche.
-¿Y los zapatos Georgina?
-Me gusta caminar descalza.
Se fue sin las contestaciones de su padre y se dirigió hasta el camino que le conducía que cada día de verano con su conejito blanco.

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