Tocó el timbre. Tocó de nuevo. Nadie abría. Volvió a tocar, esta vez con más prisas y más seguido.
El dolor de los tacones se hacía cada vez más insoportable a la vez que su espalda se enfriaba.
Apresuradamente, Cherut le abrió la puerta. No le saludó, se abalanzó directamente a sus mejillas rotas por el frío; pasar las manos por sus gélidos brazos hasta llegar a su cadera.
Pensó en abalanzarla sobre él, abrazarla, que sintiera su corazón; sin embargo le cogió de la mano y le llevó al salón.
La gran sala donde actuaban sus pies bailando. Los pies de Ruffy encajados perfectamente con sus medias negras; el vestido rojo, corto en su justa medida, lo suficiente corto para que encajaran las manos de Cherut en sus muslos. Los pies, descalzos, sin tacones estaría en la altura justa de Cherut, sin que él se sintiera ridiculizado.
Sus manos que se extendieron como ramas largas hasta la espalda ancha de su amado, Presionaba fuerte las manos, intentado dejar huella en él. Aunque más huella hizo Cherut quitándole el vestido.
La mirada baja de Cherut, sin apartarla de la linda camiseta de encaje, de interior de tirantes de su amante, que combinaba a la perfección con la suya blanca de interior.
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