Más tonta fue de no hacer caso a la gente con experiencia.

Me lo advirtió. Muchísimas veces, durante todos los días, dos o tres veces me lo repetía. Que si no eran amigos de verdad, ni si quiera buenas personas, que se aprovechan, que te meten la puñalada en cuanto menos te lo esperas y que si no les gusta una cosa que hagas, con un chasquido de dedos te echaban. Que de todos ellos cinco o seis merecían de verdad la pena. Porque la que no es víbora es una aprovechada. Él que no es falso, un hijo de su gran mierda.

Y aquí esperando a que vuelvas, para poder darte la razón y pedirte perdón. Nadie ha intentado manipularme, nunca nadie lo hizo. Abrí yo sola los ojos en una noche fría de verano, con el corazón a medio arreglar.