La niña de sus ojos

Y se sentó, mirándose los pies, encogiendo los hombros, mientras él la observaba detenidamente con pena, porque nadie podía hacer daño a un ser tan inocente como ella, que tan solo buscaba amor en sus brazos que desprendían compasión cuando su niña buscaba clemencia. Se contuvo, guardó la rabia y solo pensó en actuar, en acariciar consideradamente la cara de la niña de sus ojos, y dolió ¡cuánto sufrió! al ver la mirada cadavérica, lacrimosa y tan descontenta de la niña.

-Me han roto el corazón. Se ha llevado una parte de mi ser y no sé qué retruécanos voy a hacer- balbuceó mientras temblaba acusa del dolor. -Estoy rota,  completamente rota...
Juntó nariz con nariz, aliento con aliento con el fin de respirar unísono, de cambiar dolores.
-Te voy a decir lo que le escuchaba a mi hermana mayor cuando le daban calabazas a sus amigas- Respiró profundamente, la dejó ir y continuó con su alegato. -Si te rompe el corazón, enróllate con su mejor amigo- expiró señalando su corazón.
-Desafortunadamente no somos buenos ni para tener amigos.

Y el horrible llanto silencioso acompañado del dolor volvió en ellos dos.