Mis niños

El amor se riega todos los días

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En el nirvana, El séptimo cielo, Heard & McDonald Islands
RÍE. LLORA. AMA. VIVE. Republicana, progresista y romántica por excelencia. Fuerte sentimiento de la justicia. Divino desastre pálido y frío. Creo en el destino, en la educación al pueblo y en el cambio. "Sapere aude."

jueves, 10 de noviembre de 2011

Mucho amor

Abrió sus ojos lentamente. La melena negra de Bruno iba haciéndole cosquillas continuamente. Apoyada la cabeza en su hombro, moviéndose arriba a abajo al ritmo de la respiración del muchacho, apretando cada vez más, con sus finos brazos, juntando cada cuerpo. Sentía verdadero calor humano y ese algo que nunca pensó que alguien tendría; a la vez habitaba en aquellas grandes espaldas, en aquel gran corazón, la mezcla del rencor, la humildad, el amor desesperado...
Pasó la mano por su torso, la nariz de niño pequeños, sus dedos ardientes. Abril, de nuevo, cerró los ojos, con la cara sonriente, acariciando aquel cuerpo de guardaespaldas que tanto amor escondía.

Detrás de la puerta con el número treinta y seis no sobrevenía el sonido, tan solo se escuchaban las respiraciones simultáneas del dúo.
Abril intentó desprenderse de la cama, y hoy, no era su cama quién le rogaba quedarse más tiempo. Hoy Bruno robó todo aquella autoridad, el poder de coacción, de súplica. Se despegó lenta y cuidadosamente, a la vez con pena y llena de sensualidad.

Llamaron a la puerta con dulzura sin rubores. Abril había perdido la noción del tiempo, no se sabe si es lunes o es jueves. Llamaron, otra vez, ahora con rabia y dolor.
Al momento, el delicado cuerpo de Abril se deshizo de sus sentidos por el gélido suelo.
Fran intentó llamar de nuevo, pero su puño ya estaba en el aire, sin intenciones, con sus ojos clavados en lo muslos color carne de pera de su azucarada amada. Mirando él. Sin sentido ella. Con rebeldes reproches entre los dos.

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