Echarás de menos su voz, aunque sea con un llanto de que te eche de menos, su risa, sus ojos verdes al sol, acariciar su cara de bebé, sus besos en tu cuerpo, los besos que se marcaban durante días o cogeros las manos mientras os besáis. Entonces, la echarás de menos, pero la distancia que has creado en los dos será mucho más peliaguda que unos 325 kilómetros de nada, y entonces, no habrá vuelta atrás. Reelerás mil y un veces este blog recordando cuando ella iba detrás de ti y como ahora se aleja.
Recordarás el verano de ese año, cuando te sentías que ninguna te quería o que sólo algunas te querían por tu físico, entre tantas y tantas, tantos mundos, tantos finales, coincidiste con ella. Coincidiste con una persona que tenía todo lo que amabas en alguien, que tú reconocías que como ellas no hay. Coincidiste con alguien que te entendían mucho mejor que otros, que siempre estuvo ahí cuando lo pediste. Recordarás como ella te llenaba el corazón y el alma, quien te daba esperanzas, alegrías. Quien aguantaba tus días tontos y no era orgullosa contigo, quien sacaba los dientes por ti, y luchaba tanto por ti. Quien mataba monstruos por ti, se fue. Se fue, no está.
Y entonces, me echarás de menos.
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