Ver su cuerpo desnudo y rozar mis piernas contra las suyas.

Encontrarme cada mañana el rostro de mi mujer era algo indescriptible, claro que la amaba aunque la idea de estar casado con ella cada vez me resultaba peor. Ella quería tener hijos, yo también pero ni mucho menos ahora, me quedaba mucho por vivir, por descubrir. Si no hubiera sido por Ruffy quien sabe cuantos diminutas copias de Marie y yo tendría ahora. Odiaba estar unido a alguien de por vida, era como si ya no tuviera capacidad de amar más y me quedaba tanto amor por mostrarle a Ruffy. La conocía lo suficiente como para saber que aquel rostro de color claro quería que la amase.
Solo la he nombrado un par de veces delante de Marie, y en esas dos veces su ojos podían mostrar cuanto rechazo había contra ella.
Ruffy no sabía en los líos que me había metido, las veces que le vi con mi mujer por la calle, iba radiante, mucho más que cuando se arreglaba para quedar o solamente fuera la falta de costumbre. Pero me hipnotizaba  de una manera inmensa, como si el tiempo se detuviera solo para dejarla caminar, para dejar poner sus graciosos pies en el suelo y dejarme maravillado. Marie se dio cuenta innumerables veces, incluso cuando acababa de verla, llegaba a casa con la cara iluminada y mi mujer es demasiado lista para saber lo que ocurría.


-Cherut...-La voz de Marie se desplegaba dulcemente en mis oídos.Yo sé cuantos amantes tiene y ha tenido, los conozco a todos y cada uno de ellos, pero no me importaba en absoluto. Despertarme cada mañana con su cuerpo desnudo y rozar sus piernas contra las mías era lo único que me hacia olvidar a Ruffy, a pesar de que mi mujer es capaz de seguir dando amor yo tendría que atar una cuerda al final del cielo para poder conseguir aunque fuera el amor de Ruffy.