Mis niños

El amor se riega todos los días

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En el nirvana, El séptimo cielo, Heard & McDonald Islands
RÍE. LLORA. AMA. VIVE. Republicana, progresista y romántica por excelencia. Fuerte sentimiento de la justicia. Divino desastre pálido y frío. Creo en el destino, en la educación al pueblo y en el cambio. "Sapere aude."

martes, 25 de enero de 2011

Corazones zurcidos.


De tanto que cosía en las manos de Judit había centenares de pequeños puntitos de sangre y algún corte que otro sin querer hecho con las tijeras.

-¿Por qué no te pones un dedal?- Las manos de Ruth se abrieron ofreciendo un dedal de su colección de dedales.
-Fue el dedal que te regalé en nuestra primera cita- hizo una pausa calmada y continuó a zurcir.
-Me gusta verte coser Judit- recogió sus piernas entre sus brazos.

Y era cierto, no había entidad más bonita en el mundo entero. Sus manos eran libres como si no hubiera relación alguna entre ellas y Judit.

-Ya he terminado, es tuyo amor.

En el pañuelo recién bordado por las manos de Judit cosieron espectacularmente el dedal que le había ofrecido anteriormente Ruth.
Nunca vieron con buenos ojos que dos mujeres tan jóvenes y guapas como ellas se quisieran y se amaran tanto como ellas dos lo hacían.
Aquel dedal, aquel pañuelo, todo ello significaba amor.

"Porque el amor es. Es la base de la que vivimos" le decía Judit ante las críticas de los demás.

Judit se levantó de la silla mecedora, se frotó las manos en la falda y fue a mirar los cuadros. Caminando sus dedos por ellos.
Ruth la abrazó por detrás y colocó el pañuelo en el cuello de su novia amándola como solo ella sabía.

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