-¿No desayunas Anouk?
Eran más de las doce cuando Anouk se deshizo de la cama ; cogió una magdalena, se la llevó a la boca; percibía como se desmenuzaba. La trenza despeinada, a medio hacer, sus ojos rojos todavía lacrimosos recreaba la resentida y llorosa noche por la que había pasado. Sus mulos libres dejaban ver las marcas de las sábanas con las que se había cubierto, mientras sus manos reflejaban cientos de arañazos.
-¡Vaya chica si qué estás callada!- Las palabras de Holly eran sonidos punzantes para sus oídos. -He llamado a Teo para que venga a cenar ¿te parece bien?- Holly apagó la radio, terminó de tender unas pocas y ligeras prendas. Clavó su mirada en la de Anouk, deseando que abriera su boca.
-Iré a casa de Damara, le preguntaré si quiere venir con Hugo.
Se levantó cuidadosamente y se dirigió a la ducha. Los chorros fríos le recordaban lo débil que era. Le gustaba sentir dolor, pero no morir en vida. Su cuerpo estaba cubierto de un centenar de arañazos y algunos cortes. Volvió a su trenza para que quedara bonita.
Huyó sin despedirse de Holly, corrió todas las calles hasta que llegó a casa de Damara. Llamó al timbre desbocadamente.
-¡Ya va, ya va!- Gritó Darama. Miró por la mirilla- ¿Anouk?- musitó. Intetó abrir la puerta pero estaba demasiado nerviosa. Lo primero que vio fueron los muchos cortes y arañazos que tenía. Anouk se dejó caer en sus brazos y comenzó a llorar descrontroladamante.
-¡Shhhhhhhhhh! Despertaras a Hugo, cálmate, ¿qué pasa?
Pero ya era tarde Hugo presenció toda la escena. -¿Hugo?- sollozó Anouk. Caminó hasta él como si fuera un alma agonizante. Le espretujó con tanta fuerza que pensó que estaría a punto de saltarle un ojo- Perdóname...
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