Mis niños

El amor se riega todos los días

Mi foto
En el nirvana, El séptimo cielo, Heard & McDonald Islands
RÍE. LLORA. AMA. VIVE. Republicana, progresista y romántica por excelencia. Fuerte sentimiento de la justicia. Divino desastre pálido y frío. Creo en el destino, en la educación al pueblo y en el cambio. "Sapere aude."

martes, 1 de febrero de 2011

Escabullirse sin razón.

Tras cada puñado de alpiste que lanzaba al suelo, más palomas había alrededor de Catalina.
 Lucía el sol como si fuera verano, con su mismo calor; en cambio en la sombra de vez en cuando la brisa aparecía y sentía los escalofríos en su espalda.
Compró un bollo y un café para llevar. Caminó alrededor del parque durante largos minutos. Se acercó al césped. Lo miró, clavó su mirada en él, se agazapó y acercó la nariz. No percibió nada, todos los años la alegría le impedía disfrutar del perfume de la primavera.
Se sentó en el banco más cercano como un indio. El café se resbaló y cayó al suelo. No hizo nada, no se levantó. Catalina cerró los ojos lentamente, inspiró, espiró y escuchó el canto de los pájaros, dejándose llevar por su Madre Naturaleza.
Un murmullo de un par de jóvenes abrieron sus ojos. Descendió sus pies del suelo y se acercó a ellas.

-¿Se os ha perdido algo?- la voz de Catalina era dulce, suave pero a la vez rebelde.
-Te hemos seguido desde que alimentaste a las palomas- dijo la primera chica.
-No es eso a donde quería llegar- interrumpió la segunda- Si tanto quieres a la naturaleza, recoge el café ¿no te parece?

Catalina sonrió, recogió el embalse de café y lo tiró. Se paró y dijo: "Harás daño a la persona que más quieras aunque tú no lo quieras". Sabía que no tenía la razón, pero se fue con llena de orgullo, como a ella le gustaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario