Décima confesión.

(Respiro tu nombre)
Todo es destino, si no hubieses sido mi destino, no nos hubiéramos conocido. Quién sabe, hasta podría haber tenido un fin de semana más agradable.

Sólo camino hacia a ti, y no es que no quiera hacerlo, pero no debo. Si no vamos a llegar a ninguna parte, explícame; ¿qué hiciste mal?, ¿qué hice

mal?... Qué hicimos mal.

Porque nadie, nadie logra entender, que me gustan todos tus defectos y tus pocas virtudes. Que si voy a pasarlo mal, será porque he asuimido el

riesgo, y quizás me equivoque, pero si me arriesgo por ti hasta puede merecer la pena.

Aún nos queda mucho por sentir, quiero lograr que mis palabras te acaricien, poder sentir más de lo que imaginamos, lograr que puedas sentir más allá del odio o el pasotismo porque yo lo haya conseguido. Por un instante, imagínate enamorado, no pienses, logra sentir más. No pienses, solo actúa con deseo. Imagínate, tú y yo, de cielo en cielo.

Debemos de estar cansados, yo de pensarte y tú de correr por mi mente. Sinceramente, ¿para qué quiero pensarte si eres un sentimiento en mi vida?

Tengo de ti algo que tú no tienes, tú te has llevado una parte de mi ser. Lo sé, sé que si está contigo, se tiene que olvidar, mas, si lo que tengo de ti es amor desconocido, y tú de mi, amor conocido.

No sé qué es cierto y qué no, ahora solo sé, que esto va más allá de lo que la gente llama amor. No quiero que te conviertas en un amor platónico,

no otro más. Nunca creí que el amor fuese algo real, jamás entendí la manera en la que la gente podría dar la vida por el otro o sentir que te desgarran el alma cuando oyes a lo que tanto miedo tienes de oír. Ahora creo en ello, creo que tú creas conmigo.

Repito; imagínate enamorado, imaginános, tú y yo, de cielo en cielo.