Duodécima confesión.

Amar viene del latín: sufrir mucho.

A veces me pregunto si vale la pena luchar por amor. Entonces pienso en ti, y estoy lista para la guerra.

Porque no tengo miedo a fallar, si no a no intentarlo y sé, porque es así, que he dado lo mejor de mi misma.

Puede ser que te haya mentido con las típicas: "Estoy bien". "No me importa"."No estoy celosa".

Y no sufro por lo que veo, si no por lo que me puedo llegar a imaginar; por qué de que sirve tanto amar si no te lo puedes llegar a tomar en serio.

Mi sueño no desaparecerá hasta que no lo abandone, he llegado demasiado lejos como para abandonarlo. Nunca supe como se sentía ser fuerte, hasta que ser fuerte era la única opción que me quedaba.No hay meta. No hay camino. No hay contra quién competir. Quizás no haya hasta recompensa. Pero verte alegre cuando estás conmigo, saber que intentas hacerme feliz, que no te importaría volver a cuidar de mi; es suficiente. Porque yo creo en lo que veo y siento y no en palabras vacías. 

Quiero que sepas, que cuando quiero verte hago todo lo posible para hacerlo. Sin miedos, sin excusas...