De mil noche de párpados abiertos solo saqué que vivimos para vivir soñando. Soñar con que a veces nos tocábamos, podía buscarte por la noche, en sueños y buscando la simetría de nuestros cuerpos. Otras, sin embargo, el temblor de tus labios en mi piel, el ir y venir de la lengua acariciando mi último rincón.
De mil días de pies dejando huella en la tierra solo saqué que viviría para tumbarme, a tu lado tal vez, y escuchar la respiración, regular, como las olas llegando a la bahía. Una sonrisa de media luna y versos baratos escupidos por diferentes bocas.
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