No quiero ni excusarme, ni dar pena, pero ni si quiera sé por qué vía puedo ya desahogarme ni dónde me voy a guardar tantas jodidas ganas de verte, de tocarte, de abrazarte, de... de tantas ganas.
Yo no sé, siendo como soy, como voy a ser capaz de luchar con tus porfías y hacerte ver que nada es tan pernicioso como crees. Porque es imposible que tus palabras cambien en cosa de dos o cuatro días...
Yo te quiero mucho, pero te quiero más conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario