Mis niños

El amor se riega todos los días

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En el nirvana, El séptimo cielo, Heard & McDonald Islands
RÍE. LLORA. AMA. VIVE. Republicana, progresista y romántica por excelencia. Fuerte sentimiento de la justicia. Divino desastre pálido y frío. Creo en el destino, en la educación al pueblo y en el cambio. "Sapere aude."

sábado, 14 de septiembre de 2013

¿Perfección?

Yo decía, gritaba, que él era perfecto, mientras él lo negaba y renegaba. Era increíblemente perfecto para mí, por mucho que me tuviera que poner una venda cuando me hería. Yo me destrozaba los nudillos, me quedaba calva, me abría las entrañas y me arrancaba el corazón; y, aún así, él me besaba los nudillos, me lavaba el pelo con cariño, me devolvía el corazón y ponía una venda (aunque a veces tirara de la venda y metiera y removiera el dedo en la herida).
Él era asombroso. Su humor, su humor extrañamente extraño, me sacó de la monotonía de la vida. Me sacó de mil sitios amargos y me llenó de un montón de sensaciones que jamás podría haber experimentado. Yo había amado, había querido mucho, había visto ya mucho. Pero con él todo se basaba en hacerlo con amor, con amor de verdad.
Pero, incluso con toda su asombrosa y peculiar perfección, nunca llegó a soñar. Y, si quizás soñara, borraría malos recuerdos, o eso dicen los expertos. Mientras tanto me conformaré con que vivía en continuos déjà vu a modo de alerta como algo importante pasaría en su vida y que todos desaparecieron en el instante que yo entré en su vida. Ahora, no lo sé.

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