La primera vez que te vi... que te vi sonreír, capturé tu sonrisa de placer y pura cruzando por tu rostro y fue en ese momento en el que te permití absorber cada parte de mi ser. Yo era el modelo (el modelo es meramente accidente) sobre el que tenías que reproducir el arte de amar. Te regalé mi alma como pinturas y bodegón para abandonarme en ti cada día un poquito más hasta que absorbieras mi naturaleza entera.
Así fueron pasando los días, los meses, donde tú y yo vivíamos en un mundo de marfil y pétalos de rosa, me continué construyendo como persona a partir de ti, de tu vida y tus recuerdos, pero los mundos de marfil y pétalos de rosa son insostenibles (o eso decías tú).
Te fuiste con mi naturaleza, te la llevaste (mi romanticismo, mis cabellos rojos o parte de mi sonrisa) mientras pasó el tiempo hasta ser descorazonada y pueril tan solo físicamente. No somos unos salvajes pero siempre acabábamos como animales, por ti o por mí, pero el tiempo te enseñó a que nadie te iba a querer como yo...
Nadie...Como yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario