Mis niños

El amor se riega todos los días

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En el nirvana, El séptimo cielo, Heard & McDonald Islands
RÍE. LLORA. AMA. VIVE. Republicana, progresista y romántica por excelencia. Fuerte sentimiento de la justicia. Divino desastre pálido y frío. Creo en el destino, en la educación al pueblo y en el cambio. "Sapere aude."

jueves, 8 de enero de 2015

Material caótico.

Somos animal-memoria, nos despegamos de los recuerdos a tiempo compás de la descomposición de un minúsculo fragmento de uranio.

Creo que estamos en un mismo corazón, compartiendo hilos de sangre. Sedientos. Satisfechos.

Tú, guardián de que no me hiera crujiendo ramas al pisar, guardián de mi corazón. Tú, mi guardián. Árbol cuyas ramas son mis huesos. Yo, criatura del miedo que sopla para quitar el vapor de tu corazón.

No temo al día que haya ángeles sin alas, que un cazador cace a la especie más desprotegida, a la criatura más inverosímil vista por el hombre. No temo a los dedos ensangrentados del puño dentro del cuerpo de la persona más inocente del planeta. No temo a los recuerdos. No temo a las cicatrices. Ni a la oscuridad. No temo, tengo al guardián.

Las rodillas comienzan a sangrar. Sentí varias veces mis ramas quebrarse (¿por qué ahora son tan fuertes e invencibles?), caí en un sueño profundo y me elevé hasta más allá de las nubes. Veía las manchas de sangre que habían dejado los hombres los unos con los otros. Había volado más allá que cualquier otro ser humano pudiera haber llegado jamás, donde las indicaciones de los mapas nunca podrán llegar. (¿Estaría sonámbula?).

Quisieras salvarme, podías verme volar.

Pero lo vi. Vi que estábamos muertos y podíamos respirar.


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