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El amor se riega todos los días

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En el nirvana, El séptimo cielo, Heard & McDonald Islands
RÍE. LLORA. AMA. VIVE. Republicana, progresista y romántica por excelencia. Fuerte sentimiento de la justicia. Divino desastre pálido y frío. Creo en el destino, en la educación al pueblo y en el cambio. "Sapere aude."

domingo, 15 de febrero de 2015

Una bestia de ojos verdes.

Había disfrutado disparando con su fusil contra la bestia. No fue el primer cazador que ya había intentado acabar con la bestia. Hubieron más, incluso hubo uno que la despellejó, pero se supo recomponer.

Y entre agujero y agujero que se escondía la bestia del mundo, apareció quien pudo calmar a la bestia. Había palpado su carne con heridas. Acunó a la bestia, la besaba, la cuidaba como si fuera parte de él, pero no pude ver más allá de lo que era. Una bestia de ojos verdes, con piel blanca y suave.

Pero la bestia se acostumbró al calor humano, al afecto y al amor verdadero. La bestia se acostumbró a las caricias, a los susurros dulces, ¿qué haría la bestia si algún día él no estuviera? La bestia no se podía ver sin esa criatura maravillosa que la cuidaba y la acunaba (¿qué sentido había en la vida de la bestia si él no estaba? ¿por qué iba a querer vivir en la soledad?)

La bestia sin su alma gemela sólo quería ser inerte y acumularse de polvo.

La bestia lloraba y lloraba. Llegaba triste a casa, sin ganas de la vida, pero él estaba allí en el hogar para que la bestia se diera a valer, porque para él era la bestia más bonita del mundo. Lo único que necesitaba la bestia en su vida era a él, porque podría estar acabándose la vida pero no importaba si estaba con él.

Porque con él, la bestia era menos bestia (aunque le costara dejar su rol de bestia).

1 comentario:

  1. Nunca deberíamos ver la vida de ese modo, pues todos llevamos una bestia dentro, todos podemos ser bestias enjauladas por nuestro propio cuerpo, pero sólo las bestias más temibles son las más hermosas. Sólo las bestias más tenebrosas son las más apacibles que hay en el mundo.

    Aunque bestias seamos, siempre hemos de sentir los pequeños actos cotidianos, pues son los más grandes que hay.
    Recuerda siempre que el corazón es lo que mantiene cuerda a la mente.

    Y con esto, mi bella y perfecta bestia de ojos verdes, me despido.
    Fdo: El señor del antifaz.

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